Un pirata es denunciado ante la policía por un espía de diversas asociaciones contra la piratería

 En Revolución Tecnológica

El detenido participaba en foros de Internet, donde aprovechaba para insertar anuncios y dejar una dirección de correo electrónico con la que los interesados se podían poner en contacto con él. Por un precio muy reducido ofrecía series enteras de televisión, música o películas recién estrenadas. Además, ofrecía en una dirección  concreta un listado de títulos para elegir.
El infiltrado contactó con él a través del correo electrónico que dejaba en los foros. En él simuló estar interesado en varios títulos. Su objetivo no era recriminarle por lo que hacía, sino obtener pruebas suficientes para después inculparle ante la justicia.
El pirata, sin saber de quién se trataba, le facilitó el número de su cuenta bancaria donde el infiltrado debía hacer el pago de los títulos escogidos. Esto facilitó la identificación del sospechoso, ya que con estos datos, los CDs y DVs, sin serigrafía, el correo electrónico y las copias del cruce de mensajes entre ambos, acudió a la policía.
Con todos estos datos, la policía pidió al Juzgado de Instrucción 14 de Madrid que reclamase a Microsoft la identidad de la persona que respondía a la cuenta aportada, y, por otro lado, al banco se le reclamó el nombre del titular de la cuenta ofrecida. Además, el juez pidió un registro de la casa del sospechoso. Tras analizar todos los datos, el juez llegó a la conclusión de que Sergio P.M., como se hacía llamar el sospechoso, estaba cometiendo un delito contra la propiedad intelectual, ya que vendía creaciones artística sin autorización de sus dueños y con ánimo de lucro.
Sergio P.M. fue detenido a mediados de este mes de marzo, aunque la investigación contra él se inició el pasado mes de diciembre. En el registro se observaron cientos de DVs con contenidos piratas y los ordenadores en los que se habían hecho las grabaciones ilegales. El detenido declaró que obtenía estas copias bajándolas de Internet, aunque la policía descubrió que en su casa disponía de medios audiovisuales copiados de obras de una biblioteca de la Comunidad de Madrid que también las tenía a la venta.

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